31 de julio de 2016

No es egoísta. Se acepta la muerte propia. Accidente o infarto fulminante. Se llega al punto de sabiduría consistente en la aceptación de la insignificancia personal. Únicamente duele por los demás.  Porque nos alegra verlos. No envidiamos nuestra vida, sentimos contento por la de otros. No se trata de bondad personal, sino de experiencia. No hace falta señalar dónde está lo insoportable, en que tránsitos o en qué carencias..

No hay comentarios: