27 de junio de 2015

Hemerotecas

Ibrahim asegura que en ningún momento el integrista intentó huir corriendo. “En la playa había muchos tunecinos, por lo menos treinta. Lo insultaban, le decían que les disparase a ellos. Y él se quedó mirándoles un rato y sonriendo, con el Kaláshnikov en una mano. La gente empezó a perseguirle y a tirarle piedras y otros objetos. Pero ninguna piedra le alcanzó”. (El País)

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