7 de abril de 2015

Lluvia o llovizna. Esto, que suscita alegría a la vez que estropea las líneas telefónicas y las conexiones de internet, un clima que debe extrañar a quien pasa con nosotros el curso por primera vez, creído en que Almería es el culmen del desierto y la legaña, este agua que cae se agradece -el verdor de los cerros en primavera no miente- ni evita la persistencia dolorosa de un resto de inquietud anímica. El frío no se acaba de ir, siempre queda algo, como una amenaza velada.

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