30 de noviembre de 2014

Platonismos, y otra cosa

Cuando uno, en el curso de sus vagabundeos, comparaba el tamaño de la Casa Rosada y el del Comando Central del Ejército, todo quedaba explicado. La Casa Rosada era como un chalet. El Comando del Ejército era un rascacielos y una fortaleza, coronada por antenas de comunicaciones. En los titulares de un periódico, un militar condenado y recién exculpado hacía una taxativa declaración que no he olvidado nunca, y que al cabo de tantos años aún me provoca un escalofrío: “Jamás causé un daño irreparable a nadie que no fuera comunista”. (Antonio Muñoz Molina,  en Babelia)

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