9 de octubre de 2014

De verdad, qué asco dan. Qué miedo dan. Acumuladas las pruebas de su venalidad e incompetencia, y sabiendo ya que su estulticia y su inutilidad, así como su crueldad social, carecen de freno, una –y uno, y muchos más– se siente como encerrada en un lóbrego lugar por donde campan decenas, cientos de sabandijas que se alimenta de nuestra sangre, y a quienes sus respetables votantes han abierto diligentemente el camino hacia nuestras venas. ( M. Torres, eldiario.es)

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