11 de octubre de 2014

Al contrario de lo que puedan pensar los apologistas o beneficiarios de un gobierno aberrante, nada desean más sus oponentes que el restablecimiento de la salud de la auxiliar de enfermería. Ningún otro13M victimista ni complotes manipuladores ni peras en vinagre. Denuncias en un juzgado para que respondan los que tienen que responder del enmerdamiento infame de una enferma. ( El mal general ilustrado por las black cards debe ir aparte.)

Pero lo que yo digo nada vale comparado con la carta de la intensivista en defensa de la humanidad y profesionalidad de la enferma. Aquí intertextualizo un par de párrafos que resarcen moralmente, anímicamente quiero decir,  de la podredumbre interior de estos cinicos:
No he visto a nadie ponerse en tu lugar. Yo lo intento y me imagino tu miedo al ponerte el traje por primera vez, sin casi formación. Me imagino tu angustia cada vez que te ponías el termómetro. Tu indefensión cuando, desde salud laboral, quitaban importancia a tu malestar. Imagino tu intranquilidad pensando que has podido contagiar a otros. Tu angustia intentando revivir qué pudo salir mal. Tu enfado al ver como tu "quizá me rocé al quitarme el guante, porque es lo más crítico" se convierte en un "confiesa que se tocó la cara". Como si hubieras estado jugando a la ruleta rusa en vez de atendiendo a un paciente de alto riesgo biológico.
Imagino tu soledad en esa habitación de aislamiento, la pena por tu perrillo que no has podido compartir con nadie. La rabia cuando veas cómo los de arriba te abandonan y te convierten en arma política, en ocasión de conservar o no su poder.

No hay comentarios: