31 de marzo de 2014

Pues no lo había mirado de esta forma...

 El actual Gobierno ha decidido suprimir esa actividad cuyos representantes más antiguos –al menos con fama– fueron los investigadores de la Agencia Pinkerton, que ya operaban en 1850 en Chicago. Si por este Gobierno fuera –tan autoritario que ya es casi totalitario y policial, le falta poco–, no habrían existido Sherlock Holmes ni Philip Marlowe ni Sam Spade ni Poirot ni Lew Archer, por mencionar sólo a clásicos. Todos le habrían soplado a la policía en seguida las cuitas de sus clientes. Sin confidencialidad posible, sin silencio garantizado, sin ética, ¿quién contratará a ningún detective (el adjetivo “privado” pasará a ser una burla)? Esta ley se limita a prohibirlos, en la práctica. No me digan que no es un derecho más –y bien importante– del que se nos desposee. (Javier Marías, "Este Gobierno prohíbe a Sherlock Holmes", en El País)

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