22 de diciembre de 2013

Barbara Ehrenreich, un descubrimiento, en una entrevista en el Magazine de La Vanguardia

¿Por qué cree que el pensamiento positivo ha tenido tanto éxito en su país?
Creo que, en última instancia, viene debido a las grandes dosis de ansiedad e inseguridad que existen en Estados Unidos. El primer gran mercado para la motivación y el pensamiento positivo apareció en los años 50, en los departamentos de ventas de las empresas. El vender es un trabajo muy duro, son gente que va a ser rechazada la mayor parte de las veces, por lo que ha de levantarse, sonreír de nuevo y seguir adelante. Ese fue el principio del pensamiento positivo en el mundo corporativo, pero llegó un punto, en los años 90, que todo el mundo parecía necesitar motivación: ingenieros, técnicos…
(...) 
Usted explica que esta corriente está en muchos sectores de la sociedad, como la medicina, la religión, el espectáculo y en el mundo de los negocios. ¿Qué papel ha representado en este último?
En los últimos años el pensamiento positivo ha estado presente en el ámbito de las decisiones y las políticas económicas. Me remonto al 2006, que fue el año en el que en Estados Unidos el libro El secreto (una de las biblias del pensamiento positivo) se convirtió en un best seller. Fue también una época en la que prácticamente ni un economista decía que los precios de las casas no podrían seguir subiendo para siempre. La mayoría decía que era ley natural que aumentaran. Nadie, en el mundo de los negocios, pese a que mucha gente ya entonces en mi país vivía en la pobreza, sentía que podía suceder algo malo económicamente y que era inviable que esa supuesta prosperidad siguiera y siguiera… Pero es que podían despedirte si decías que algo no funcionaba o no podía funcionar, por muy bueno que fueras. Esta negación no fue la única causa de la crisis, claro, hubio muchas otras, como las desigualdades del estilo de vida americano, que hicieron a tanta gente objetivo de estas hipotecas basura, y también la codicia. Pero mezclado con todo ello estaba esa idea de que nada iba a ir mal.

Aquí.

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Una adaptación patriótica de estas paparruchas consolatrices y estupefactoras la pudimos escuchar el otro día en rne, junto con el mefitico sintagma "quejido organizacional", que aplícase a quienes tienen la desdicha y poseen la desfachatez de señalar que están muy j.odidos, en vez de meramente j.oderse en silencio.

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Hay un montón de textos de la Ehrenreich, que a mí me parece una pensadora radical radicalmente interesante, sin traducir al castellano---

Otros sí lo están, y su vaga clave nietzscheano-batailleana, los hace sumamente sugerentes: sobre los ritos de sangre y sobre la fiesta a lo largo de la historia, por mencionar dos títulos que sí se encuentran en castellano. 

Aporías del monolingüísmo.

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