14 de abril de 2013

Un libro que a su tiempo deberá caer

Sintomatologías:
DK: Porque éramos felices con nuestros BMW cuando antes no habíamos salido del Renault. 
GV:
 Lo has dicho bien, porque el BMW fue el coche de la burbuja inmobiliaria. Todos los obreros, todos los chavalillos que dejaban los estudios con dieciocho años, lo primero que hacían era comprarse un BMW. Las obras se nos llenaron de BMW. De hecho, los subcontratistas, los jefes, dejaron de comprarse este coche porque se enfadaban al ver que todos llevaban el mismo.
(...) 
DK: La burbuja también trajo consigo una esquilmación de nuestro suelo dando lugar ahora a auténticas ruinas: edificios que no se han terminado, largas hileras de adosados en medio de ninguna parte, cascos históricos destruidos. Una destrucción cultural, al fin y al cabo.
GV:
 Llevamos esforzándonos en esto desde los años cincuenta. No viene de ahora. Y hemos conseguido el dudoso privilegio de ser el país con mayor destrucción de cascos históricos por encima incluso de países que sufrieron bombardeos en la Segunda Guerra Mundial. Es algo que tiene mucho que ver con nuestro desprecio por nuestra propia historia. Y mientras nos sigamos dejando llevar por la cultura del pelotazo no vamos a ir a ningún lado.

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