27 de marzo de 2013

El arquitecto estrella, las ciudades estrelladas, las ruinas rápidas

Me atrajo la arquitectura porque en el arte, quizás como en ningún otro ámbito, se puede fijar el pensamiento. En la arquitectura más si cabe: con más solidez, monumentalidad, en piedra y en hormigón. El pensamiento, pero yo quiero referirme al pensamiento solidificado, cristalizado, mostrenco, irreflexivo y antifilosófico. Lo que tiene o puede tener el pensar de sustancia dogmática, y sin necesidad de religiones; el pensamiento lo más contradictoriamente alejado de lo crítico. Esto es, la ideología: un sistema de verdad pretendida en quien nadie puede creer, salvada la mala fe.
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Algo que ya había enlazado al respecto: en La 2, con Llátzer Moix.

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