14 de febrero de 2013

Textos de 1995

La ilusión posmoderna. (Página 12)
Estos tres fragmentos del texto enlazado, de Oscar del Barco (los dos primeros, seguidos; el tercero, un poco después):
Pero ante todo hay que definir lo moderno. Marx lo visualizó como una conformación contradictoria estructurada alrededor de la disimetría entre fuerzas productivas y relaciones de producción y consideró que las primeras, en las que privilegiaba la forma-obrero por sobre la forma-máquina, harían estallar los modos de propiedad, dando comienzo así a una nueva etapa histórica. Captó la autonomización creciente de la máquina, pero apostó a la posibilidad de su control mediante la realización revolucionaria.
Weber, por su parte, entendió lo moderno como el proceso de racionalización del conjunto de la sociedad a partir de la racionalidad de la producción capitalista y la consecuente formación de una capa burocrática depositaria de esa razón y encargada de realizarla. Uno pensó que la salvación estaba en los obreros en cuanto sujetos de la negatividad, el otro pensó que no había salvación, pues la “sociedad burocrática” era socialmente insuperable. Tanto uno como el otro se equivocaron, como hoy podemos verlo, y es posible que este poder ver, a lo que posibilita que se pueda ver semejante fracaso teórico y práctico, sea lo que se llama posmoderno. 
(...) 
Por supuesto que la palabra “posmoderno”, como afirma Lyotard, carece “de consistencia”; pero no es allí donde está el problema. El problema está planteado por el hecho masivo ante el que nos encontramos y que es reconocido por todos, desde Bell hasta Habermas y desde Lyotard hasta Baudrillard o Vattimo. Ya se le denomine sociedad poscapitalista, posindustrial, poshistórica o como se quiera, lo cierto es que en la sociedad capitalista moderna se ha producido una transformación esencial: la ciencia y la técnica han pasado a ser efectivamente las principales fuerzas productivas (Habermas), desapareciendo de esta manera (según Lyotard) “la perspectiva de una sociedad sin clase”. Información y comunicación se han constituido en las claves de las dinámicas actuales del sistema, cuya aceleración (y en este aspecto son válidos los estudios de Paul Virilio) implica una modificación sustancial de “las jerarquías y las oposiciones tradicionales entre lo real y lo simulado, entre lo real y la imagen”.

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