28 de febrero de 2013

Razón y causticidad

"En los enfermos psíquicos es frecuente la tendencia a la delincuencia y a la criminalidad, también a la inactividad y a la improductividad, representando una carga para la sociedad y para la familia."
Estas palabras de A. V. N., de sus Lecciones de psiquiatría, que sirvieron de manual de la asignatura en la Facultad de Medicina madrileña (la cita y la información pertenecen a E. G. D.), nos obligan a recordar la indeseable condición del filósofo: inactivo e improductivo por antonomasia. Inhábil e impráctico, diríamos nosotros. Una falta tal de ocupación útil puede ser la antesala de una conducta mucho más peligrosa: la del criminal o político. Recordemos la condena de Sócrates. Al cabo caemos en lo mismo: el sustratum de rencor en las ideas más refinadas, la materia pegajosa y maloliente de la que se nutre la idea orquídea.

Ítem más: más que curioso (¿a quién se le ocurre que algo así pueda suceder?) que a Juan Peset, médico y rector de la universidad valenciana, político del partido de Azaña y fusilado tras la guerra civil se le dedique (¿dónde?) una calle paralela a la de su denunciador, el psiquiatra Marcos Merenciano, antiguo discípulo suyo. Como Peset estaba convencido de su inocencia, y yo también, me atrevo a reproducir algunas de las palabras de su despedida de su esposa e hijo, el día que lo asesinaron (legalmente): "Confío seguro en Dios en que algún día mi patria os devolverá mi nombre como el de un ciudadano que jamás hizo más que servirla cumpliendo sus deberes legales". Con toda modestia, me permito dar eco a su esperanza.

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Por favor, que del libro de González Duro, sumamente provechoso por la información y la contextualización del tema, haga, si procede, Península una reedición en la que se corrijan las múltiples erratas, y algún error, que afean este tipo de obras. Digo yo...

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