22 de enero de 2013

Principum pacis

Lo peor de estos aprendices de brujo: la inútil necedad que quiere destrozar las almas a la par que los cuerpos. Niños, mujeres o republicanos, da igual. Quieren en su gabinetes el mismo fuego de la técnica que riega los campos de sangre y los siembra de huesos.  

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Encuentro esta cita de V. N. (Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza1937) en un reportaje del diario El Mundo:
«Agradezcamos a Nietzsche la resurrección de las ideas espartanas acerca del exterminio de los inferiores orgánicos y psíquicos, de los que llaman parásitos de la sociedad.La sociedad moderna no admite tan crueles postulados en el orden material, pero en el moral no se arredra en llevar a la práctica medidas incruentas que coloquen a los tarados biológicos en condiciones que imposibiliten su reproducción y transmisión a la progenie de las taras que les afectan El medio más sencillo y fácil de segregación consiste en internar en penales, asilos y colonias a los tarados, con separación de sexos». 
La imagen médico-política:
«La Medicina exige una política, el marxismo es una enfermedad y en nuestras manos está en gran parte su tratamiento».

Pero no solamente el marxismo, los mismos principios liberales y democráticos, en la medida en que comprenden factores correctores de la desigualdad, son síntomas de enfermedad. Podría pensarse, por otra parte, que V. N. sostiene una especie de ultraliberalismo social-darwinista que acaba donde tiene que acabar, o donde en realidad empezó, en racismo casi nada encubierto. El conjunto ideológico adecuado para que militares africanistas, junto con hacendados latifundistas, pudieran establecer su particular "corazón de las tinieblas" en Andalucía. Algo así escribía Paul Preston.

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