10 de noviembre de 2012

Nada que podría decir

Con sincera, con muy profunda amargura tengo que lamentar la muerte, qué absurdo, de este muchacho, hijo de dos profesores míos, dos personas a las que muchos y yo debemos lo bueno que podamos producir en nuestra vida. Que descanse en paz, y sobre todo que esa paz que ahora me parece imposible les venga a ellos en su existir, que se la merecen por su vida y por sus obras.

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Un Estado serio puede exigir austeridad y sacrificios. Quizás deba, y con mucha mayor base tendrá legitimidad para disponerlos si predica con su ejemplo y no confunde señalando los números de las urnas (como si la democracia dependiera del número y no de los principios). Lo que de ningún modo se puede permitir, en mi humilde opinión, es dejar que la gente pase hambre ni que se quede sin un techo donde habitar. Da igual como sea, lo que es innegociable es que sea. Nadie debe pasar hambre ni vivir a la intemperie, en el frío. Es extremadamente simple lo que digo. Creo que es lo necesario para evitar la fractura social.

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Muy bonito el sendero por El T. De Anteq. Lo que pasa es que me he quedado frío con lo del muchacho. Helado.

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