20 de agosto de 2012

Menosprecio de corte

Las sociedades de la información se han olvidado de que la civilización o es agrícola en sus fundamentos o no será de ningún modo. A la ciudad pertenece la belleza monumental y humanizada, qué duda cabe, pero una ciudad sin sustento no es nada. Éste, sin agua, no resulta viable. España es un país seco, más que seco. El país, mayormente, consiste en un desierto. Por lo menos lo que alcanzan mis ojos. Las vías que comunican a unos seres con otros son, en principio, las conducciones de agua, y éstas, a raíz de un ínfimo gobernante, se vieron prohibidas. Educación y despensa, instrucción y campo... ¿no son estos los principios de un reformismo sano, de un republicanismo bien entendu? A este respecto, una declaración más, un pronunciamiento periodístico de dos eminencias economistas me parece a mí un completo sinsentido, y como una dóxa que no se entiende (¿cuáles son sus fines?) por mucho que lea la noticia.

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El viejo sabio economista me subyugó un instante con su verbo claro... hasta que mencionó algo así como una obediencia debida que han de tener los jueces en la aplicación de las leyes que no les gustan. Salió el sabio y vino el marxista.

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