29 de agosto de 2012

Autoficción

Al volver esta tarde de mi paseo diario crucé por un sitio que no recordaba, o que no estaba así hace años. La oscuridad del camino, la insuficiencia de la luna, me hizo cobrar conciencia de que la existencia es culpa, la mía la primera, y que no cabe otro recurso para sobrellevar las múltiples frustraciones y dolor que el levantar acta. Pero ya digo que esto es por la falta de luz, porque desconocía el camino al lado del muro de piedra, a escasos metros de una extraña construcción que me recuerda La Alh., porque iba solo y no encontré un alma en todo el trayecto. Salvo la mía.

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