23 de julio de 2012

Papel prensa

De la información sobre la detención de los miembros del Grapo (confieso que no he entendido nada de de lo que se contiene en lo que publica El país, diario cuyo destino cifra el de la España de la Transición ahora que se dirige a su fin) me quedo con el siguiente apunte:
“Ni mi esposa, que es bastante cotilla, ni yo, que en aquella época me levantaba pronto cada mañana para ir a trabajar y me pasaba el tiempo libre haciendo cosas en el jardín, hemos visto nada”, explica Gérard, vecino directo de la vivienda que las fuerzas de seguridad francesas y españolas registraron hace unas semanas para esclarecer el secuestro del empresario. “En aquella época trabajábamos casi todos los que vivimos en la calle y nunca notamos nada extraño”, añade Hélène, su esposa. (El país, 20 de julio)
Leyendo, habrá quien piense que no anda tan desencaminado el juez de la Harley al estipular la magra fianza para dos de los detenidos. Si la mujer no se ha enterado... habrá quien piense que la historia completa se sustancia en humo, que está tejida de nada.

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Pese a estar al lado, yo me imaginaba lejísimos de los hechos noticiosos, y que el mismo sonido bronco del motor que podía escuchar no iba conmigo. No me importaría volver más pronto que tarde a esta ciudad ardiente, donde no es rara la estampa del ciudadano que lee un libro de filosofía, y yo voy buscando rozarte la espalda, angustiado cuando te miro andar.

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