7 de abril de 2012

Días sin sol

Dos horas de conducción, en un trayecto casi atemporal entre Guadix y Berja, por una de las carreteras más fascinantes de Europa, a través de Sierra Nevada. Nunca había pasado por el Puerto de la Ragua, que yo me recuerde. Siento miedo, pánico, náuseas y vértigo. Virgencita que salga de ésta, el ESP que me dice el ordenador del coche que funciona defectuosamente, y sólo sé que es algo de los frenos (aparte de que no sé nada (Sócrates), y que nada se sabe (Sánchez)), la nieve que está cayendo ahora en abril, a 2000 ms. sobre el nivel del mar, que quizás sean seis mil pies sobre la humanidad en Sils Maria, dos vacas pastando en el asfalto, piedras desprendidas de los taludes del margen y el sol por ninguna parte. Me llego, antes de nada, hasta La Calahorra y hago la consiguiente foto del castillo que deo volente pondré aquí. Luego el ascenso, hasta llegar al puerto, y una pareja joven que entre la nieve de allá arriba hace fotos, el muchacho en manga corta con la camiseta del RM, la chica aterida deseano entrar en el coche. Yo no me paro a hacer fotos, así que os tenéis que fiar de mi testimonio. La bajada, las vacas dichas, el desvío hacia Laujar y el paso por Bayárcal y luego Paterna. El pensamiento de que no me extraña nada que los moriscos se rebelaran por aquí. Luego me pongo a pensar en algo de Ph. Roth y P. Y., fíjate tú. Ahora estoy aquí y escribo esto. Escribo que escribo, loado sea Roland Barthes.

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