8 de febrero de 2012

En teoría no se halla valor más puro que el de la honestidad intelectual. En la práctica no hay teoría y las consecuencias indeseables de la ignorancia dejan un regusto amargo en la boca y una notable inquietud en el espíritu (aunque éste no exista).

2 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

El valor de la probidad intelectual despertó -y a mí me parece que con muy fundadas razones para ello- las suspicacias de Nietzsche.

Martín López dijo...

En un sentido médico-filosófico quizás haya que sospechar acerca de la razón pura. Pero no sé si estamos obligados a seguir un programa de salud...