28 de febrero de 2012

El mundo a las puertas de marzo. Visiones de paralaje


Qué fatuidad, enfrentarme con el mundo, el de las noches oscuras de gatos gatopardescos. El que vomitó el espíritu de Hegel, harto de tanta borrachera. No sé si el olor dulzón viene de las flores o del aire o lo traen las abejas rumorosas con su zumbido de mediodía. Las casas abandonadas de los ingleses, al pie de las canteras de travertino, son como fósiles de caracoles, en estas mismas montañas. Pensé hace ya un lustro en cómo las ciudades nacen de los pueblos. Nada queda. Este Diario cuenta una crisis multifacética. Personal, económica. Pero no me olvido: la vanidad de ponerse el mundo ahí delante como un vulgar objeto, cuando la existencia en general se negaba hace un rato, esta mañana, a las distinciones practicadas por médico quirúrgico, y eran las abejas las que traían un susurro de miel a las puertas de marzo.


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El tiempo, gran escultor:


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