23 de enero de 2012

Que no se nos olvide a los de la Carrera

Kant arraiga en experiencias de la gente común las cuestiones fundamentales de una filosofía nada académica y más que demimundana: el conocimiento, la acción y las historias. El peligro reside en que esta traslación secular de las virtudes teologales caiga en la posición de un genio de malicia en el corazón del hombre y en una frialdad insulsa e inexplicable tras el velo maravilloso de la noche.

Sive de la modesta desesperación del ateo.

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