17 de septiembre de 2011

Sábados perrilleros

Fútbol (un apasionante Barça-Osasuna), tv (más fútbol y alguna teleserie), algunas páginas de L. Mumford* en el mismo bar del glorioso partido culé, sobre los conceptos platónico y aristotélico de ciudad (en estos momentos me estoy dando pena a mí mismo ya). Jo, qué dura es la vida de los seres moderadamente (siguiendo con el ideal de la mediocritas del chaval de Estagira) infelices. El hexágono (musique française) en la radio de la voiture, y ahora Buddy Holly at home. Las verduras hierven. ¿Me emborracho ya o me espero todavía?

*Que por cierto el hombre debía ser mayormente la alegría de la huerta, según los pronósticos que efectúa acerca de los derroteros posibles de las ciudades. Y que también me está volviendo antiplatónico a marchas forzadas, al recordarme  o hacerme imaginar, más bien, que la polis perfecta a lo que más se parecería es a un campamento militar (¿dices tú de mili?). Sin duda L. M. no ha comprendido a Platón como hay que comprenderlo. O sí. Yo me hago pro o anti sin muchas dificultades, dado mi escaso carácter, mi mucha ignorancia y no pequeña malicia. Aunque por otro lado piense (perdón por el atrevimiento de ponerme a pensar que pienso) que el platonismo contiene su propia negación y solicita la muerte freudiana del padre (según teorizó Edipo en aquellos caminos de la Europa intemporal).

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