23 de agosto de 2011

Análisis del lenguaje

Podremos pensar lo que queramos, etiquetar el designio como anticuado y polvoriento, pero no se debería negar que en aquello que se conviene en llamar “filosofía analítica” se encuentra uno de los últimos intentos de salvar la actividad filosófica en lo que tiene de más noble, de amor por la verdad, y un amor que puede ser públicamente expuesto. Incluso la pose escolástica, de ponerle un pelucón a las ideas apenas natas, podría ser considerado con afecto: como un pronunciamiento que en la puerta dijese “no entre aquí quien no esté dispuesto a ser honrado con las palabras”.

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