25 de julio de 2011

La trascendencia del mal

Reconoce que lo hecho fue atroz, pero que era necesario. O sea, que sabe la magnitud del dolor causado pero eso no fue obstáculo para su plan. Necesidad, la de su idea. Y pensar que sobre esta alimaña caerán los beneficios de la corrección socialdemócrata (aunque no sólo), en la forma de unas leyes penales estúpidas... ¿Qué sentido posee hacer mohínes de virtud y perdonarle el pellejo a un canalla mientras se culpa a la extrema derecha xenófoba? Poco falta para que le salpique a Rajoy. No somos más tontos porque no nos lo proponemos más. La acción del individuo, para él, sería necesaria. Él es contingente, debía serlo. Sin piedad, sin perdón, sin necedades, sin cristianismos baratos.

A veces dan ganas de convertirse en un radical hobbesiano.

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