8 de junio de 2011

K/W

Que yo no crea en la buena voluntad, en las buenas intenciones, en nada afecta al mundo, que puede seguir su marcha sin necesidad de ese espantajo. Que yo crea que la Grundlegung... kantiana, que empieza sentando el valor y la rareza de ese fantasma en la máquina de la conciencia moral (como la otra obra fundadora, el Discours..., afirma irónicamente la razón común muy bien distribuida), describe un reino de los ángeles en un cielo de todos- nada cambia lo que yo crea o deje de creer.

Lo único que se ve afectado es el ángulo, la amplitud o la profundidad de la mirada ejercida sobre los acontecimientos del mundo, de mi mundo. Quizás llegue algún día a estimar, como lo más valioso de todo, ese silencio al que condena el autor del Tractatus... a las viejas obras y sus pretensiones de edificar bellamente el edificio de la razón teórico/práctica.

De nada sirve lo que yo opine. Es lo que es. Por toda la eternidad.

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