21 de abril de 2011

Podría

Podría citar un montón de aforismos de Wallace Stevens, pero no vale la pena. Tendría que citarlos todos. Mejor leer el libro, breve, ciento y poco páginas, breve como los aforismos, bilingüe en la edición que me consiguió la biblioteca de aquí (de la de Huelva!, en todos los sentidos). Estupendo, y también la introducción del traductor, Daniel Aguirre. W. S. Una debilidad necesaria. Una perla final: la idea de que existen dos arquetipos de poetas. Por una parte el poeta narrativo, Homero; por otra el poeta reflexivo, Platón.

Bueno, tampoco me resisto a otra más (no cita, sino mención; que cada uno se busque el libro o el texto): cuando se nos dice que el defecto fundamental del surrealismo está en su escasez imaginativa, inventiva, en que se limita a efectuar una combinación... Mejor dicho: el defecto está, lo dice Stevens, en que inventa sin descubrir. Una almeja tocando el acordeón, escribe Stevens. Eso es surrealismo. Ahora bien, ¿alguien ha pintado ese cuadro?

Vale, aquí el último aforismo.

1 comentario:

José Miguel Ridao dijo...

Esto me recuerda la crítica que hacía alguien al ingenio de Oscar Wilde, como un alarde, un fuego de artificio, sin consistencia, como esa pobre almeja obligada a tocar el acordeón para que unos snobs con ropa horriblemente cara la observen embelesados.

Y gracias por la recomendación. Por lo pronto, ya me he descargado un ebook con poemas de Stevens.