29 de marzo de 2011

Al límite de lo humanamente concebible

Mientras tanto, sentado en el borde de un bancal, iba leyendo a Adela Cortina, que uno no abandona sus perversiones de la noche a la mañana.

Ah, no. Yo ahí no llego, yo ahí no puedo seguirle... Yo lo más que he hecho fue llevarme el Réquiem de Rilke al bar a ver la final de la Eurocopa... y ganamos. Gol del niño Torres. Mano de santo: libro que me llevo, final ganada. Mundial incluido, ofcors (¿era uno de Leo Strauss?*, no me acuerdo ahora). Para que digan que la cultura, y la filosofía, no sirven.

*El libro, no el gol, que fue del beato Andrés Iniesta.

2 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

Tiene usted mi admiración incondicional.

Martín López dijo...

En mí tiene Vd. a un humilde servidor. Y fiel lector.