17 de febrero de 2011

Amor y muerte, accidente y fortuna

(Dice la gente)



No digo que no me haga casi llorar, que sí, pero esta canción es muy hermosa…

Hace frío esta noche, mucho frío. El viento viene a rachas, ahora no muy fuertes, pero desagradables. Durante todo el día ha sido así. Conforme llegaba a la casa he visto ramas caídas a los lados de la carretera. Me cuesta trabajo cerrar la verja, las gotas de lluvia, aguaviento, me salpican en la cara, caen de los aleros del tejado. Ahora estoy aquí dentro, solo, delante del teclado (sí, soy músico de palabras), tal y como te puedes imaginar: un hombre solo que escribe, algo irreflexivamente, en un portátil. Sin embargo no me siento solo. Acostumbro a gastar la broma, cuando los días vienen como este de hoy, inclementes, acostumbro a decir a quien me acompaña que días así son los que a mí me gustan para salir a pasear, aunque tú o tú digáis que estos son días para quedarse encerrado delante de la lumbre o cabe el brasero. La verdad es que todo esto no es más que para pavonearme un poco, para mostraros lo joven que soy. No, en mañanas, tardes, noches así no parece recomendable andar por las calles. Pero hay una cosa que sí va en serio: yo no saldría a la calle, a no ser que fuera para buscaros. Entonces es, como cuando he cerrado la verja de entrada, he echado la vista a los aleros, me han salpicado las gotas aguaventosas en la cara, ha sido hace muy poco cuando me he dicho que este mundo, el tuyo, el mío, el único, es hermoso. Incluso en noches así, ahora que estoy tranquilo y solo escribiendo, y que sé que mañana, Dios mediante, os he de encontrar a vosotros mis amigos. Sé, desde que empecé a escribir que no estoy solo; y soy tan reflexivo que sé que sabéis que yo lo sé. Por eso os quiero, también os quiero a los que no veo, a los ausentes de uno u otro modo, lo cual no puedo evitar que me lo notéis en la mirada.

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