24 de agosto de 2010

Escolar

Sobre Dawkins, El espejismo de Dios:

... Tras los capítulos de teología de café, Dawkins dedica más de la mitad del libro a defender una tesis que es la que sin duda ha suscitado la intensa animadversión a la que nos referíamos. La tesis de que la religión es básicamente perjudicial. Es justo indicar que la mayoría de los creyentes no son como los terroristas islámicos del 11-M o los “talibanes cristianos” de la América profunda. Dawkins lo reconoce, pero insiste en que el fundamentalismo es la consecuencia natural de la propia esencia de la fe religiosa, pues al fin y al cabo la fe consiste en la voluntad de creer cosas irracionales sencillamente por la autoridad de quien nos las enseña. Cuando la fe no ha desembocado en el fundamentalismo, ha sido porque otras convicciones individuales y otras fuerzas legales se lo han impedido. Entre los muchos ejemplos que pone Dawkins, destaca el de la fuerza moral de las Escrituras: cualquiera que lea hoy la Biblia con la sensibilidad ética de nuestros días, sentirá repugnancia por la crueldad que Yahvé y sus muestran en la mayor parte del Antiguo Testamento, y no menos por el capricho divino de someter a su propio Hijo a una tortura terrible en el prime time del Nuevo. La Biblia misma no puede ser tomada, por tanto, como una guía moral en sentido primario, pues empleamos nuestra moral para decidir qué interpretación ética tenemos que dar de los mensajes que la Biblia contiene. Por tanto, es nuestra moral (nuestra moral laica, diríamos) la que forma el dique de contención que impide que las creencias religiosas “respetables” se desborden hacia un fundamentalismo “criminal”, como harían si sólo obedecieran sus propias fuerzas.

No hay comentarios: