25 de agosto de 2010

En el callejón del gato

Parece que se divertía con lo que llamaba «sanciones laxantes», que consistían en forzar a algunos de los enemigos de la Falange a tomar aceite de ricino, y habló de la «alegre irresponsabilidad» necesaria para asaltar los quioscos. (Paul Preston, Las tres Españas del 36, op. cit., capítulo dedicado a J. A. Primo de Rivera)

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