11 de julio de 2010

Sueño profundo o quimera del domingo

Sé que me tengo que despedir de un lugar. Estoy en un espacio abierto que no tiene la amplitud del cielo ni el esplendor del mar. Podría ser una plaza de las que conozco yo, en pueblos medios. No hay personas o no las recuerdo.  No puedo evitar llorar y beso, antes de irme, a unos pequeños seres, pájaros  o insectos. Lo que les digo, ya lo olvidé, y nada sirve frente al profundo lamento y la condena que viene del llanto. (Perdonaréis mi torpeza al contar todo esto.) Me imagino que cada ser que voy dejando, o me va dejando él a mí- me imagino que estos seres pequeños, indecisos, pájaros pequeños o insectos grandes, son las almas de aquellos que he defraudado. Me produce terror el solo pensamiento, al que arrojo de mí a golpes, de lo que significa ese espacio abierto que me abandona o lo abandono yo, sin público, sin la grandeza sobre sí del cielo ni horizontes marinos. Vade retro.

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