6 de mayo de 2010

La verdad, III

Está todo aquello que, por falta de una perspectiva que sólo otorga el espaciotiempo (el conocido continuum circunstante), no debe aparecer en la entrada pública del diario. Es algo así como el hueso (de vida o de realidad) que resiste al solipsista fingidor (oui, c´est moi). Quizás haga demasiado daño, quizás el destinatario no lo merezca. Temor al ridículo, también. A la difícil apreciación de los hechos contribuye, sin duda, el no poder hacerse con el contexto. Si no se trata de lo mismo, si no me estoy liando.

Pero no hay muescas en ningún registro contable, sino buenas intenciones.

No hay comentarios: