20 de abril de 2010

Uno y dos

Se puede hallar una rara, una gran felicidad en lo que los creadores (contemporáneos) escriben acerca de otros creadores. A mí me ha pasado con Brodsky, con Bellow, con Vicinczey, ahora con Sebald, y espero que me ocurra con Coetzee (del que algo he leído ya). Seguro que se me olvida alguno (dejo los españoles aparte, que los hay), destaco a Brodsky (¿porque los poetas escriben mejor prosa?) y digo que, de paso, se ahorra uno leer al autor original, sin demasiada mala conciencia. Puesto que el lector de primera mano, como los mentados, ejerce de pntalla protectora. (Leve ironía en lo que he escrito.)

***

Estaban regalando testamentos en la puerta. ¿Qué me parecía, me preguntaste? Tardé unos segundos eternos en comprender, o quizás no lo llegué a comprender nunca. Nuevos Testamentos, se aclaró. Yo, en segundos eternos de mi nerviosismo y/o torpeza, debía pensar en lo que estaba ocurriendo en el mundo para que alguien estuviera ofreciendo últimas voluntades a los jóvenes. La tontería, mía, es creativa. Válame Dios.

No hay comentarios: