30 de abril de 2010

¿Qué hacer?

¿Qué es lo que necesita un hombre? Casi nada. Un poco de agua y de pan. Un lugar bajo el sol, en el que pueda estar resguardado del mismo sol. Un exceso de luz le mata. Un calor excesivo, también, si en el mundo se pudiera conocer la posibilidad de algo así. Lo normal es el frío, los cuerpos alejados, proscritos. No funciona el mundo con la obligación del amor, la mayoría de los seres se ven imposibilitados a causa de reglas extrañas. Un poco de agua, puesto que la sal podría impedir el tono plano que deben poseer las proposiciones que dicen a un ser, a mí, a ti, la situación general de los seres. El entusiasmo o la esperanza (si la sal es lo mismo que la fe) podría adulterar la percepción nítida de los objetos. Mejor de esta forma: sin fe, por mediación de la frialdad o la desesperación, con un mínimo aderezo de la angustia que sólo se asoma a la cara en un súbito decaimiento, mirando con los ojos del condenado, del desterrado, del exilado en cuerpo y alma, es como un ser cualquiera es capaz de realizar el informe más exacto y detallado de las cosas. Las cosas: porque en un instante los otros, vistos en frío, se han convertido en cosas para ti, una vez que crees que tú eres una cosa para ellos. Nadie, un postergado.

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