6 de febrero de 2010

Para comentar, Paul Lafargue

La humanidad, la evolución, la cultura (en El método histórico):

Los medios artificiales parecidos tienden, pues, a unificar a la especie humana que los medios naturales diferentes han diversificado en razas y variedades.
El medio natural evoluciona tan extremadamente despacio, que las especies vegetales y animales que a él se adaptan parecen inmutables. El medio artificial evoluciona, por el contrario, con una rapidez creciente; por ello la historia del hombre y de sus sociedades, comparada a las de los animales y vegetales, es extraordinariamente móvil.
Los medios artificiales, como el ser organizado y el medio natural, forman conjuntos, sistemas complejos sin límites precisos en el espacio ni en el tiempo, cuyas partes se corresponden y están tan estrechamente ligadas, que una sola no puede modificarse sin que las otras no sean trastornadas y sufran cambios.
El medio artificial o social, extremadamente simple, y compuesto de un número reducido de elementos en las poblaciones salvajes, se complica a medida que el hombre progresa por la adición de elementos nuevos y por el desarrollo de aquellos que ya existen. Está formado desde el periodo histórico por instituciones económicas, sociales, políticas y jurídicas; por tradiciones, hábitos, costumbres y moral; por un sentido común y una opinión pública; por las religiones, literaturas y artes, filosofías, ciencias, modos de producción y de cambios, etc., y por los hombres que en él viven. Estos elementos, transformándose y reaccionando unos sobre los otros, han dado nacimiento a una serie de medios sociales cada vez más complejos y extendidos, que con mesura han modificado los hombres, pues como el medio natural, un medio social dado implica la existencia de hombres que poseen en lo físico y moral un conjunto de caracteres análogos. Si todos estos elementos que se corresponden fueran estables, o variaran con demasiada lentitud, como sucede con los que componen el medio natural, el medio artificial quedaría en equilibrio y no habría historia; su equilibrio, por el contrario, es de una extrema y creciente inestabilidad, constantemente perturbado por los cambios que se producen en cualquiera de sus partes, que luego reacciona sobre todas las otras.

La utopía materialista, la regresión, el terror (Ibíd.):

Los filósofos los declaran conceptos universales y necesarios [los de libertad y justicia] porque no conocen más que sociedades basadas sobre la propiedad privada y no pueden concebir una sociedad que repose sobre otros fundamentos.
Pero el socialista, que sabe que la producción nos lleva fatalmente hacia una sociedad basada sobre la propiedad común, no duda que estos conceptos universales y necesarios se desvanecerán de la cabeza humana junto a lo tuyo y lo mío y a la explotación del hombre que le ha dado nacimiento, en las sociedades de propiedad privada. Esta creencia no ha sido sugerida por ensueños sentimentales, sino por hechos de observación indiscutibles. Está probado que los salvajes y los bárbaros de la prehistoria, que vivían en régimen de comunidad, no tenían ninguna noción de estos principios eternos: Summer Maine, que es un sabio jurisconsulto, no los ha encontrado en las comunidades de aldea de la India contemporánea, donde los habitantes toman como regla de conducta la tradición y la costumbre.
Los conceptos universales y necesarios, utilizados por los hombres en las sociedades de propiedad privada para organizar su vida civil y política, siendo innecesarios para las relaciones de los hombres de la futura sociedad de propiedad común, la historia los recogerá y los clasificará en el museo de las ideas muertas.

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