12 de febrero de 2010

Dolor de patria



Nieve sobre nieve. La casa de la ciudad semeja un corazón yerto. Verbo automático.

Se reproducen las palabras del ángel (pienso en Rilke) aunque ellas amenacen con matarnos de duda. Disintigration.

Que se cumpla lo que dice el verbo, y se abra el corazón insensatamente, sumiéndolo todo en un sueño desgraciado, igual que una noche oscura que explota en la luz de un instante. The Cure.

Todos los paisajes son el mismo para el ausente, que recibe las nuevas como una raíz casi seca las gotas fugacísimas. Pictures, images, sombras de la cultura y el reconocimiento. Después de tantos libros comunes y distintos.

Y que caigan también los adjetivos, la carga, la envoltura retórica. Quedarán solamente los nombres de los seres. Uno yuxtapuesto al otro, interrogantes. Quedará la magia de los pronombres también, en lo que dura un error.

(Gótico, The Cure. Yo no sé quién pone los nombres a las cosas. Quién pega las etiquetas, yo no lo sé. El hablar instaura un privilegio, inmotivado, entre los seres. Articulas una palabra, parece un juego y se crea un mundo dispuesto entero, modulas tu voz y se marca la distancia: racionales, irracionales, tú y ellos, tú y yo, blanco y negro.)

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