15 de enero de 2010

El reparto

Aquel obtuvo o se le concedió la piedad. Quiso convencerse a sí mismo de que era un don, de que podría transformar aquello que manara de su corazón compasivo en una mirada abierta y una generosidad sin fisuras, a todo y con todos. No quiso darse cuenta de la carga que los decálogos morales llevan consigo, como su contraparte de letra pequeña. El dolor, en este caso, que resulta de evitar un mal mayor e ir deshaciendo, con pequeñas y continuadas dosis de resquemor, su propia alma.

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