4 de diciembre de 2009

Oh, la vida!

¿Por qué nos resulta tan difícil mantener un legítimo orgullo? No se llega a creer en nada de lo que se piensa, se dice, se hace... Se llega a no creer, que no sé si es lo mismo. ¿Por qué sucede? El corazón no alberga más que sinceridades, deshechas sistemáticamente por una realidad que no conoce los sentimientos.

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