13 de diciembre de 2009

Los hábitos de la decepción

Mueren los deseos para que no se enconen las resistencias, y así hacer posible la vida en común. Un querer se opone a otro querer, mi satisfacción excluye la tuya (sumamos cero en el juego). Socialmente, la voluntad firme, absolutizada, sin concesiones, llevaría a la guerra total. Se tiene que renunciar, adquirir esa costumbre que empieza por no entender y acaba por dejarlo todo al azar. Se logra la mayor o única virtud en esa costumbre de abandonarse. Que se llega a confundir con la libertad, aunque esta palabra puede que se olvide y tampoco se pierde gran cosa.

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