7 de septiembre de 2009

Yo para ser feliz

En cualquier adepto a Sócrates (oui, moi même) anida un hortera.

Pero esto es otra cosa.

Frívolamente, quiero señalar algo más serio: que el respeto se le adeuda al que se permite dispendiarse en lujos, demostrando que a pesar de eso, del gasto absurdo, es tan apto para la vida como el pavo encolado. Ningún filósofo puede permitírselo, excepto que lo rompa todo y se haga un santo. Pero no puede permitírselo el profesor de filosofía, que tan necesario es para los filósofos si éstos han de mantener un poco de cordura y justificar su existencia extrapsiquiátrica.

Pero una Harley es una Harley; y si no, no.

No hay comentarios: