20 de junio de 2009

Lamentable confusión

La del que confesara que vive para escribir, sin ser poeta ni narrador. Que para esto -de escribir- necesita su desgracia, pues no hay días que merezcan ser contados por alguien que solamente es comentarista... a no ser... a no ser que se trate de la crónica dolorida de las pérdidas. Que la referencia de la escritura suceda en el interior del sujeto que se expone (a diario), de manera que no contenga otra cosa que proyecciones o sucesos imaginarios trazados con engaños, trenzados con ilusión, en nada empece la voluntad eternizadora de una semántica (de un constructo potencialmente infinito de oraciones) que, al vivir en el aire, cobra un aspecto doble y siniestramente trágico.

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