11 de mayo de 2009

Modestamente

Me encontré anoche, en una de esas horas que le quito al sueño -me temo que a la vida también, que la falta de sueño, y de sueños, se pagan-, un epígrafe de V. Ferreira (de su libro Pensar) en defensa de la enseñanza de la filosofía. Un saber inútil, fastidioso, que aparta de lo necesario, un saber que no lo es, sino su contradicción... Todo eso es cierto. Pero apunta el autor portugués que sin esos inútiles, entre los que me incluyo, la humanidad se parecería mucho a una meticulosa porquería, a una ordenada granja... Así que me tengo que resignar, digo yo después del humilde orgullo, a que me peguen un tiro los utopistas, laicos o religiosos, si algún se les ocurre traernos la felicidad. Yo no la quiero. Me basta con mis modestas alegrías y no comprender casi nada.

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