10 de marzo de 2009

El deber de comentar

Reconoceríamos el amargo sinsabor de los días,/ todos iguales, y el amargo sinsabor de los rostros,/ todos iguales. No querríamos saber de estúpidos/ matices, ni querríamos quedar prisioneros/ de fútiles sentimientos

Delante de la muerte, límite existencial, lo igual; delante de la nada, el otro del ser, lo igual. Que digo delante! Debajo, porque nos aplasta. Abajo, caemos hacia él, hacia ello. El alma estragada ha encontrado su razón en no creer en las diferencias. Quienes son amados no serán, ni para nosotros. Mi libertad, mi razón, esta conciencia que me obliga a desligarme ya: no quiero ver desde ya la luz en los rostros que no quieren o pueden amarme. Pero esa aversión la tengo que transformar en virtud. Así que no me fijaré en los sutiles matices de lo hermoso. Desencadenado, soy bueno y voy solo…

***

The Cure: Desintegración.

No hay comentarios: