4 de febrero de 2009

Platón, como el hijo del hombre...

... , expulsa a los profanadores de la palabra, los arroja del templo de la ciudad. Los abogados, sí; los poetas también. Fuera, todos, para siempre. Los primeros, las gentes que comercian con la ley, como artífices de una palabra, de un argumentario más bien, que se pone en venta, a disposición del que más pague. Los segundos, torciendo el valor sagrado del espíritu, cantando caudillos y revoluciones, y las palabras (las consignas) más convenientes del momento. Adorando los poetas el lenguaje, la sonoridad antes que el fondo. Al filósofo solamente le servirán los poetas traducidos; los que ya están dejando de serlo, quiero decir.

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¿Lo de Colli es sostenible? Convendría que se precisaran las razones, aquello que conduce a Platón a esa conversión final. Yo no las conozco. Deben explicarse. ¿Es lo que sostiene Platón? ¿Se desprende de lo que sostiene?

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Caetano Veloso: Pourquoi pas?

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