13 de enero de 2009

Una idea sin pensar

Porque si la pensara me parecería absurda, como todas las mías:

(¿Humanismo?)

Sartre concede un deber ser a la salida del paraíso, a la libertad y razón culpables; culpables porque entre sus efectos se encuentra el mal, se encuentra entre las consecuencias posibles de las acciones humanas (aunque tendamos al consuelo de pensar que también el mal es contingente). Así sea. Se trata de un pensamiento post-teológico, aunque sea contra el dios. Si primero nos pensamos radicalmente dependientes, creados, no deja de ser lógico que intentemos emanciparnos, llegado el momento.

Mientras que, por su parte, Heidegger no necesita ni el paraíso, ni al dios que lo crea. Pura inocencia, sin entes emanados. Cabe el ser, pero ¿quién es /el que lo cuenta/? Esta indeterminación tampoco puede ser buena, y dará lugar a una ceguera complementaria a la producida por la autonomía del sujeto. Ya no se hablará de la calidad benéfica o maléfica de las consecuencias, porque nadie se hace responsable en este abandono del todo igual, hayamos abandonado nosotros al ser, o la decisión haya sido suya y nosotros sus víctimas irredentas.

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