9 de enero de 2009

Cansancio

Mental. Nada más y nada menos.

Un apunte: lo desesperanzada que se va tornando la poesía de Pavese, desde lo narrativo-épico de los comienzos a la ausencia prometida desde ¿mucho? antes del final. Quien dice poesía dice vida, o verdad.

Hay una paradójica felicidad, que luego va a los fragmentos, y por lo tanto ya incompleta, en la comprensión nocturna, casi en sueños, de las palabras lejanas de otro. Las palabras son tuyas, y qué miedo! Son tuyas por lo claras.

(Ofuscación anticartesiana. Mente gripada.)

De Pavese, concretando: el epos poético inicial congrega nombres y acontecimientos de la memoria. Hay zonas, recuerdos, hechos, impresiones, etc., a las que no podemos acceder: cada memoria, lógicamente, es particular. Al final, sin embargo, el quebranto vital no tiene secretos para nadie. Un solo personaje (Pavese que escribe, los hombres todos y los lectores ¿pocos?) y un escenario simple: la falta de sentido. ¿Habrá que especificar que cada palabra de Pavese vale un mundo? Vale más todavía cuando, oh vis contradictoria, de la falta de sentido declarada extrae la razón un motivo para su absurdo persistir. Humano y ateo, sostenido en nada, [presente en la cuerda floja, puente sobre el abismo sin sujeción a cada lado: un abismo literal, un puente en el vacío.]

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Subjetividad y medicina moderna.

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