26 de octubre de 2008

Disorder, ananké (o a la inversa)

Vivir ensucia: manos, cara y alma.

Vivir degrada: a causa del oxígeno, del segundo principio; y también por efecto de nuestras acciones, como consecuencia del cansancio o del aburrimiento---

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“Sucia y mezquina es la vida. Algunas personas la encarnan en grado sumo, aplastando toda piedad e inteligencia propias y ajenas que podrían haber nacido de su simplicidad esencial (…) Cuestión incierta y tenebrosa: ¿será la culpabilidad [metafísica] la vergüenza de seguir vivos cuando podríamos habernos marchado ya de esta obra disparatada?”

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¿No será la trascendencia del propio yo existente, amén de imposible, un disfraz o una coartada para la cobardía?

En efecto, pero sucede que a los cobardes pertenece el lenguaje: tienen que racionalizar su fuga del campo de batalla (que no de la guerra), y deben hacerlo como si su acto estuviera en la naturaleza de las cosas (una ley al estilo de la kantiana, universal o impersonal).

Acaban estos sujetos borrándose del lenguaje, que más que lenguaje de tercera (persona) deviene en (ha de ser) lenguaje impersonal. Lo positivo del asunto está en haber ahuyentado del primer plano de la palabra a la primera persona (la ominosa), algo que sostenía Benjamin y de lo que se preciaba (oh paradoja).

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