8 de agosto de 2008

Pues sí...

... , Tu quoque, Albiac:

Del artículo de Albiac no sé yo si es la memoria particular de G. A. lo interesante, quiero decir lo más interesante. Me llama más la atención (a mí) el punto en el que sigue siendo acrítico, que pienso yo que puede seguir siendo acrítico, por debajo de la costra de los años: pues no se creía lo que decía Soljenitsin, a pesar de que no aportaba los datos, que ya se conocían, (no se creía) a causa de su revelación sobre el carácter teológico/dogmático del comunismo soviético.

Esto es lo que dice Albiac.* La gran verdad (de la fe política, de la religión comunista), que ni Albiac se esperaba. Quiá, que diría A. Espada: lo que no se creían (los intelectuales sedicentes progresistas) era la verdad (anterior) de los datos (o les daba igual, lo que es peor todavía), como no se creían ahora la verdad cuando la tenían delante, incapaces en la ceguera señoritil (la suya) de separar las palabras certeras del estrafalario personaje (según lo veían) que las enuncia---

Ciego una vez, ciego para siempre.

*Realmente no sé si estoy mezclando las cosas: la impresión que a G. A. y otros causó el estrafalario Soljenitsin con el efecto en los lectores de las denuncias del escritor ruso sobre el gulag. Quizás sea más sencillo: les pareció un facha loco y ellos, ante todo, eran de izquierdas. O sea, que a lo mejor si es lo más importante la memoria de Albiac: lo que dice y lo que se calla.

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