31 de julio de 2008

La técnica de la que...

... nos servimos tan gustosamente, también los enemigos de sus dispositivos, nos deja tirados.

Los enemigos de sus dispositivos no sabemos qué es lo que tenemos que hacer en estos casos: insuficiencias de la educación humanista. Torpeza, incapacidad.

Nos damos cuenta de que nos modifica la existencia -la nuestra, la técnica nos modifica- el día mismo que nos falla: que no podemos escribir. Se escribe gracias a la técnica mágica y remota, contra la técnica. Se vive en esa contradicción (¿desagradecidos?, ¿ignorantes?) y no hay más remedio que amarla, excepto cuando esa contradicción nos exige que actuemos. Entonces no la amamos. No somos capaces de amar a nadie, por culpa de la técnica, de las máquinas, de la información.

Nos han echado de casa, como si dijéramos, o sin decirlo: porque fuera de la vida que compartimos -a la fuerza- con las máquinas no sabemos estar. ¿Qué sería de nosotros, de los pobres espíritus, si nos quitaran la pantalla para ver lo que vamos escribiendo, publicarlo y alejarlo de nosotros? Demasiado tiempo se ha callado, nos hicieron callar o hicieron callar a otros. No. Lo nuestro es hablar, pero necesitamos ser asistidos porque no podemos hablar solos. Nadie nos escuchará, pues no tenemos nuevas buenas o malas para contarles y distraerles de su ajetreo, de su obligación de ganarse la vida o de su descanso de esa obligación: turismo, vacaciones, verano, calor. Sí. Ha fallado la conexión a Internet y ha menguado la persona. Sed, hambre. Buscar un locutorio, un sitio donde haya Internet. Ahora, entre el calor, sonámbulo o casi, automatizado el paso por la calle, sin mirar a nadie. Automatizada la residual inteligencia, incitada por nombres y verbos sueltos.

Sin la máquina no es nadie nuestra conciencia. Aunque sea inexistente, quiere nuestra conciencia ser alguien o algo. Sujeto u objeto, lo mismo da. Perseverar es el nombre. Para mantener su calor que imita la vida se ha hecho menesterosa del frío: la información es ausencia de vida, la vida resuelta en su contrario. La vida ausentada que discurre por cables fríos. Hasta dar con la pantalla y su resto de calor, con el ruido de la máquina informática y su resto de voz, ventiladores que enfrían su corazón.

Sí, es verdad, ha fallado la conexión a Internet. La línea está afectada por un incidente.

No hay comentarios: