3 de abril de 2008

Sine ira...

Quien es poco astuto lo manifiesta siempre que puede. Esto es: siempre que no debe. Después vendrá el arrepentimiento, cuando el daño (sobre el propio crédito) esté hecho. Y la honra una vez que se pierde no se recupera nunca...

Bah! No importa. Nada importa delante de la creencia salvadora de que la letra redime de los pecados mundanos...

Se pierde en el mundo. Sea. Se gana en el texto. Pues de los fondos turbios (siempre que no se trate de las raíces del mal) sale la claridad---

En efecto: el que escribe no es el que vive. Por la escritura se puebla el mundo imaginado; por la vida se va vaciando la experiencia, se va saliendo de la experiencia comunicada---

3 comentarios:

Egoficción dijo...

Quitando el último párrafo, que entiendo y acepto (es lo que yo he llamado antes el infierno helado de la inhamanidad, refiriéndome a una persona radicalmente nietzscheana), quitando este párrafo, te digo, no entiendo los tres primeros. Noto, acláramelo, un reproche... No me hagas caso si no es así, sólo manda un saludo.

Martín López dijo...

Estás tonto! Se trata de un rebote que he pillado hoy en el IES. Autoficción: la mitad de la verdad, pero sólo porque muchas veces falta el contexto---

Egoficción dijo...

Menos mal. No estoy de ánimo para suspicacias (el suspicaz soy yo). Estoy absolutamente desfondado. Necesito unos meses para ver algo de luz. Con decirte que envidio, y no es ninguna ironía, alguna fe o consuelo (¡calor!) al modo de los creyentes. Tener su psicología pero no su Dios. Cada vez, y sigo absolutamente en serio, respeto la función consoladora de la religión. Cuando arroje la toalla, y aunque siga siendo ateo, me haré católico. Ya te digo que no estoy en broma. Un abrazo, muchachote.